Es de sobra conocido que, por varios motivos, una gran parte de los catalanes siente que no tienen futuro en esta España. Sienten que no se les respeta, se desprecia su identidad nacional y que son perjudicados económicamente, dado que creen que no tienen la capacidad suficiente de gestionar el país. Muchos españoles, por otro lado, critican de forma genérica a los catalanes por su actitud, por querer creerse diferentes del resto, o intentar volar por los aires a España. No obstante, en el día a día, observamos como realmente el conjunto de los catalanes no tienen problema con los habitantes del resto de España ni viceversa. Gran parte del problema reside en la lucha de poder y el funcionamiento del estado español.

Iberismo

El iberismo es una corriente que aboga, en última instancia, por la unión política entre España y Portugal. No obstante, si queremos lograr este objetivo, es vital que Portugal no interprete el iberismo como la sumisión a su vecino: España. Bajo ningún concepto se debe fomentar la idea que la unión de ambos países es una conquista política española, anhelando su pasado imperial y colonizador. Iberia bajo ningún concepto podrá existir si es solamente la sumisión de Portugal a España.

Las negociaciones para crear una Iberia unida, serían mucho mas justas y democráticas si abarca varios actores. Una negociación exclusivamente hispano-portuguesa bajo el status quo actual de Estados-nación, difícilmente podrá seducir a éste último. Portugal frente a España queda muy desprotegido y poco tentado de llegar a grandes acuerdos tanto económicos como políticos. En cambio un acuerdo ibérico con una España federal, daría fruto a negociaciones mucho más justas y transversales. Por este y otros muchos otros motivos, creo que una Catalunya soberana en un nuevo proyecto de unión con-federal compartido con portugueses y el resto de pueblos del estado español seduciría perfectamente a la gran parte de los catalanes.

Construir una Iberia justa para todos es un proyecto ilusionante y muy necesario. Tenemos que demostrar que el iberismo representa entender la complejidad del territorio, el respeto hacia las culturas y las lenguas. Y sobre todo, un iberismo que no represente una visión partidista que no corresponda con el sentimiento general.