Iberismo del Siglo XXI: democrático y 2.0

Observamos que el iberismo se ha materializado a través de diferentes corrientes:

 

  • SIGLO XIX y anterior – Iberismo Fusionista (Unión Ibérica): La primera tendencia iberista moderna. Basada en la reunificación de las dos monarquías peninsulares para formar una unión de las naciones ibéricas al estilo Británico (Reino Unido). Este movimiento se inscribe en los diferentes movimientos nacionalistas europeos como la reunificación Alemana o Italiana, en los que se pretendía buscar la unión de varias naciones y estados para formar estados-naciones de peso a nivel internacional. Esta fase del movimiento iberista se inscribe en la ideología Imperial y el centralismo monárquico para situar la península entre las potencias del momento (Imperio Británico, Francia, Alemania, Imperio Otomán, etc…).

 

  • SIGLO XX – Iberismo Federalista (Federación Ibérica): La alternativa a la unión ibérica que empezó a dibujarse a medianos del siglo XIX por intelectuales portugueses y españoles que no veían de buen ojo una unión monárquica. Apostando por los movimientos republicanos y socialistas que aparecieron alrededor del mundo, esta tendencia apostaba por una federación de repúblicas ibéricas, al estilo de los Estados Unidos de América. La tendencia ideológica se materializó en política en España durante la segunda república. Esta fase se inscribe en los movimientos federalistas y socialistas de finales del siglo XIX y XX, asimilándose a países como la URSS, Yugoslavia, Estados Unidos y la Alemania Federal.

 

Nuevos tiempos, nuevos retos, nuevas ideas

SIGLO XXI – Iberismo democrático y 2.0: El Siglo XXI se presenta como un siglo bisagra, un cambio de milenio que también parece conducir a un cambio político y social mayor. El sistema de Estado actual se derrumba con el paso del tiempo: el capitalismo financiero especulativo está al borde del colapso; la mayoría de gobiernos del Status Quo han perdido toda credibilidad por innumerables casos de corrupción y distanciamiento con las reivindicaciones populares, dando prioridad a los intereses de las élites macro-económicas. Debemos iniciar un proceso constituyente cuyo objetivo sea la configuración de una Ibérica con vocación de unir desde la libertad y el respeto mutuo. Una unión libre y equilibrada, que nos permita otorgarnos tiempo para redescubrirnos y recuperar la confianza mutua. Sin embargo, esto sólo será posible si (además de las acciones de nuestros representantes políticos) contamos con un sistema verdaderamente democrático que coloque a la ciudadanía al mando de las decisiones más trascendentes.

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