En el pasado 6 de diciembre el pueblo español celebró el día de la constitución, aprobada en referéndum en mismo día del año de 1978. En teoría, este debería de ser un día que movilizase la sociedad civil entorno del proyecto que les trajo la democracia, pero eso no corresponde a la verdad.
La Constitución del 1978, para unos, o del Régimen del 78 para otros, se agota en si misma, siendo incumplida por aquellos que le tejen juras de amor y que por ella todo harían y, paradojalmente, llevada a cabo por aquellos que la quieren derogar… La paradoja perfecta.
Esto es muy evidente cuando vemos, por ejemplo, la derecha defendiendo la corona, o sea, el articulo 1.3 que contempla la monarquía parlamentaria como forma política del Estado, mientras coge fuerza para plantarle cara a todo aquello que se lo ponga en duda; de la misma forma que hay un sector progresista republicano que defiende artículos como el 2º que garantiza la existencia de las comunidades autonómicas, mientras asegura la no disolución del estado en lo que concierne al territorio, por ejemplo. La derecha, de la mano de VOX, plantea acabar con las CCAA, pero eso va en contra del articulo segundo de la constitución de que se hacen protectores, defensores y cumplidores. No obstante, la derecha del PP y Cs tampoco cumple los artículos más sociales de la carta magna española, utilizándola como arma política en contra del Gobierno de Sánchez, por pactar con aquellos que, en sus palabras, “quieren romper España”. Para no romperla es necesario hacer cumplir la constitución y no aplicarla cuando a uno le conviene.
Un documento que ofrece dos lecturas no sirve de Símbolo de Unidad; él mismo cultiva la desarmonía y la confrontación, dejando de ser útil a la sociedad. ¿Qué hacer? La respuesta está delante nuestro: desplegar un paquete de reformas capaces de suprimir, o al menos intentarlo, los artículos causadores de mayor cólera, apostando por cambios estructurales, con enfoque en las siguientes temáticas: la inviolabilidad de la persona del Rey, la superioridad del varón sobre la mujer, en lo que toca a la sucesión, adoptar el modelo de Estado Laico, derogando el acuerdo firmado en los 70 con la Iglesia Católica y reformar el modelo territorial. Son puntos comunes que podrían servir de base de diálogo, pero para ello hay que arrimar el hombro, hecho que se encuentra muy lejano del centro de la política española.
Vamos a los hechos: para que se desplieguen, las reformas necesarias, PP y PSOE tendrían que ponerse de acuerdo, no obstante, los socialistas gobiernan con Unidas Podemos y Ciudadanos intenta plantear pactos “nacionales” junto a los populares y socialistas, con ello, quiero decir que, con el fin del bipartidismo, el próximo pacto constitucional tendría que contar con PP, PSOE, UP y Cs. Es verdad, que los de Yolanda Díaz son republicanos y que Cs se hunde por sus devaneos ideológicos y contradicciones muchas, pero siguen siendo prendas claves para construir una Reforma lo más amplia posible. Aunque para ello, el PP tenga que dejar la senda de la ultraderecha e ingresar, por fin, en la democracia cristiana europea pudiendo, incluso, acercar el PP a la CDU de Merkel, por ejemplo.
Sin embargo, lo que vemos es que VOX dinamitó todos los puentes posibles, arrastrando a la derecha democrática hacia a un rincón de odio en lo cual no cabe media España, pero aún hay tiempo para rehacerlos. Es importante subrayar que después de hecho, el borrador de dicha reforma debía de ser presentado a los partidos regionalistas e, incluso, separatistas, para que pudiesen ver en el nuevo proyecto algo suyo.
Ya sé que este escenario es lejano, pero tarde o temprano, tendrán que ponerse de acuerdo, pues este texto constitucional se está agotando, pero España sigue viva necesitando de respuestas a sus problemas.
Querer a España no es salir a la calle gritando a los vientos “Viva España”, quererla es trabajar para su gente, volverla en un verdadero espacio de convivencia y diálogo. Esto debería de ser el 6 de diciembre, más que el día de la Constitución, el día del reencuentro de los pueblos de España.
Esto os dice un republicano convicto, pero ya se sabe que serán los republicanos quienes rescaten a la monarquía.